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Mostrando entradas de septiembre, 2013

El peque de la casa.

H oy es un día importante.  Hoy hace 30 años nació mi hermano Miguel Ángel. Yo tenía 13 años y para mí, tener un hermano era lo más. Recuerdo esa noche perfectamente. En Sevilla tenemos unos veranos muy calurosos, donde lo normal es superar los cuarenta grados de temperatura, además estábamos en lo que popularmente se conoce como "el veranillo de San Miguel" (San Miguel es el 29 de septiembre) y nosotros tenemos una gran azotea donde, por aquellos tiempos, solíamos extender unos colchones y dormíamos bajo la luz de las estrellas .  Carta de ajuste.   Mi madre sintió dolores a partir de las dos de la mañana pero no fue hasta las cuatro cuando ella y mi padre se dispusieron a coger lo preciso para ir al hospital. Cuando todo estuvo listo, nos llamaron y mi padre nos dijo "vamos para el hospital que mamá está de parto". Allí nos quedamos mis dos hermanos y yo, sentados en la salita, frente a un televisor con solo dos canales (y a esa hora no funcionaba

En busca del mar perdido

Q ué espléndido es un día en la playa y si es posible permanecer más tiempo, el bienestar se nota en el alma.  En más de una ocasión os he contado lo que le gusta a Miguel Ángel bañarse, da igual que sea la piscina como la playa, disfruta cada minuto como si fuera el último. Recuerdo unas vacaciones que tuvimos hace unos diez años en Chipiona. Habíamos alquilado un piso cerca de la playa de Regla en la segunda quincena de agosto.Teníamos el centro del pueblo cerca y el Santuario de la Virgen también. Miguel A. Guerrero cuando fue de campamento a Roquetas de Mar con Autismo Sevilla Mi vida diaria comenzaba a las seis de la mañana porque estaba estudiando, por aquel entonces, mi carrera y sobre las nueve es cuando solían levantarse mi madre y mi hermano. Desayunábamos juntos, Miguel siempre terminaba el primero con lo cual ya empezaba a decir "ña, ña" (bañar) y señalaba sus pantalones cortos indicándonos que tenía que ponerse el bañador. Todas las mañanas tenía

Metrosexual y Dandi todo en uno.

C uando coges a un bebé en brazos te embarga un sentimiento de felicidad y admiración ante la perfección de esa personita tan diminuta e indefensa a la vez. Mi madre siempre ha sido (y es) muy exagerada para la limpieza y si es respecto a sus hijos, dicha exageración es aún más superlativa si cabe. Cuando salíamos siendo mi hermano Miguel un bebé, siempre iba cargada con pañales de sobra, 3 baberos, 3 mudas, cremas y productos de higiene por si acaso se producía algún incidente como soltarse el vientre, vómitos o simplemente, se manchaba mientras le dábamos de comer. Por eso Miguel Ángel siempre iba impoluto, inmaculado y bien perfumado de modo que cuando lo cogías en brazos, te entraban unas ganas tremendas de achucharlo y comértelo a besos. Quizás éste sea uno de los motivos que más haya calado en la personalidad de Miguel Ángel o también, puede ser que lo traiga en los genes; en cualquier caso a él, no le gusta marcharse, ni verse sucio, su disgusto es tan fuerte que

Y ahora... abre la boca.

" D entista" ... menuda palabra. Yo misma, me pongo en tensión sólo de pensarlo y cuando me siento en el sillón, me quedo engarrotada. Así que no es difícil imaginarse lo que supondrá para un chico con autismo ya que pueden presentarse dificultades añadidas por sus patologías asociadas (epilesia, fragilidad x, esclerosis tuberosa, angelman, prader-willi, down....) además de presentar muy frecuentemente hiperactividad, alteraciones sensoriales, ansiedad, comportamientos obsesivos-compulsivos y rituales, trastornos de humor, intolerancia al contacto físico... todo ello puede hacer que nos encontremos ante una situación de imposibilidad para convencerle que preste su colaboración o inexistencia de colaboración. Es por ello que hay que hacer un proceso de adaptación progresivo y personalizado a cada chico. Con la exposición que detallamos a continuación podremos suavizar sus reacciones ante lo desconocido y lograr una integración satisfactoria en la consulta dental. Las chi

Deporte y ocio mano a mano.

M iguel Ángel tiene grandes dotes de deportista. Siempre le gustó jugar a la pelota, chutaba con mucha fuerza aunque pronto dejamos dicho deporte para aquellos espacios al aire libre donde no hubiera nada que romper. Era un buen lanzador, donde miraba allí acertaba. Claro que el problema es que lo hacía con cosas y a veces, los blancos eramos nosotros. Recuerdo una vez, tendría un año de edad, despertó de la siesta que solía dormir en su cuna y no vio a nadie, solo vio a mi padre que también estaba durmiendo la siesta. Su razonamiento es claro: se despertó, nadie se dio cuenta y como buen demandante de atención, solo se le ocurrió coger la lamparilla de la mesita de noche y tirársela a mi padre. Le dio en toda la cabeza. Buenísima puntería para lo pequeño que era. Gracias a dios, mi padre no sufrió nada grave, eso sí, montó en cólera además de tener un buen dolor que se prolongó varios días. También le gustaba correr. Siempre que podía "se escapaba". Nunca mirab