Cuando mi hermano Miguel Ángel nació nuestras vidas cambiaron en todo. No sólo por la llegada de un bebé que trastorna los horarios y rutinas de una familia donde el menor de sus miembros tenía 12 años sino también psicológicamente por la discapacidad que tenía y por la cantidad de cosas que nos dijeron los médico, que si podía tener afectada la vista, el oído, los huesos, problemas cardiacos, tener pies planos...
Para mis hermanos y para mí fue la llegada de un juguete... siempre estabamos jugando con él, lo llevábamos a todos lados, teníamos infinidad de planes con él....mi hermano el mayor quería enseñarle inglés que era su pasión y yo quería enseñarle karate que era la mía. Sabíamos que tenía síndrome de down y que integrarlo en la sociedad iba a ser una lucha constante. Mi padre decía "ojalá pueda hablar" y mi madre "ojalá no tenga mucha discapacidad".... El temor de los dos se confirmó con el tiempo...18 años después sabíamos que no hablaría y que tenía mucha discapacidad, pero eso ... es otro capítulo de nuestra historia.
Hoy quería comentaros lo ordenado que era mi hermano...cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa. Las etiquetas siempre hacía delante, los zapatos alineados debajo de la cama, los muñecos en la estantería y siempre los guardaba después de jugar,.... mi madre estaba encantada ¡por fin! ¡alguien ordenado con la casa! Mi madre siempre se quejaba de que eramos muy desordenados, nuestro dormitorio hecho un desastre, ... siempre, los fines de semana nos hacía "hacer limpieza" en el mismo... Pero mi hermano Miguel, era su delirio. Alguien como ella. Le encantaba decírle "Miguel cierra la puerta" "Miguel guardalo"... y a él, le encantaba sentirse útil. Por propia iniciativa cogía la escoba y se ponía a barrer, levantaba las colchas de las camas para barrer por debajo de la cama, quitaba las sillas para barrer por debajo... mi madre era su fan número uno porque por fin, alguien en la casa era como ella.
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