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Diagnóstico temprano.

Como ya he comentado en alguna ocasión, mi hermano Miguel Ángel no fue diagnosticado de autismo hasta los 21 años ya que tener síndrome de down, los facultativos no le prestaron la suficiente atención a los síntomas de alarma.

Es muy importante detectar en los niños el síndrome porque de ello depende no solo su desarrollo sino su calidad de vida y con ella, la de la familia.

Entre los tres y los 18 meses de vida podremos observar que si no se realizan una serie de habilidades, tendremos que acudir a un especialista sanitario (principalmente médicos pediatras) para que nos indique cuál es la naturaleza de estas alteraciones y, si es posible, realice un diagnóstico,

He aquí algunos de ellos:
Imagen de
sindromedeaspergerblog.blogspot.com

  • No tenga sonrisas a partir de los 6 meses.
  • No responda a sonrisas, sonidos compartidos u otras expresiones a partir de los 9 meses.
  • No balbucear a los 12 meses.
  • No reconozca su nombre a los 12 meses.
  • No haga o responda a gestos sociales a partir de los 12 meses (ej: señalar con el dedo)
  • No diga palabras sencillas a partir de los 16 meses.
  • No diga oraciones de dos palabras sencillas a partir de los 24 meses.
  • No mantenga el contacto visual a partir de los 24 meses.
  • No mostrar interés ni expresar placer compartido en las relaciones con otros.
  • Pérdida del lenguaje o cualquier alteración social a cualquier edad.

(Fuente: Guía para padres y profesionales. Trastornos del Espectro Autista. Universidad de Valencia)

No obstante, no todos estos síntomas se podrán dar ya que depende del grado de TEA que tenga.

En nuestro caso, Miguel Ángel sonreía mucho, balbuceaba a su edad, mantenía el contacto visual (aunque solo con nosotros ya que en el cole pensaron que era sordo), señalaba con el dedo y reconocía su nombre, todo ello a su edad adecuada....

Miguel Ángel Guerrero con 6 meses.
Jugando con él al caballito.

Lo que más detectamos fue que no todo el mundo "le gustaba" y es cuando aparecía las alteraciones de conducta. Si tenía gafas, intentaba tirárselas al suelo. Si tenía pelo largo, intentaba tirar de él. 

Tampoco llegó a decir dos palabras seguidas, ni siquiera una... solo decía las terminaciones de las palabras...  los médicos así como los profesores de educación especial nos decían que "ya arrancaría". Al ser down también nos decían que tendría algunas dificultades en pronunciar pero que llegaría, más tarde o más temprano, a hablar. Pero nunca lo hizo.

Luego era un chico muy activo. No paraba. De una habitación a otra. Trasladaba objetos de un sitio a otro, le encantaba ordenarlos y apilarlos, luego los llevaba de nuevo al lugar de origen. Todo eso se completaba con un orden muy preciso. Los zapatos siempre juntitos. Los peluches siempre en su lugar. Las etiquetas de los botes, mirando al frente. Le gustaba limpiar las cosas con un pequeño trapo que siempre llevaba en la mano. Le gustaba la escoba y la fregona aunque a veces nos tiraba el cubo y entonces se alteraba mucho cuando veía el agua en el suelo... es como si no quisiera que estuviera todo mojado, lo cual era una contradicción porque él mismo lo había provocado.

Miguel Ángel Guerrero al acabar de "jugar a ordenar" sus
"co" (=muñecos) y su trapito en la mano.

Sus momentos de ansiedad leve son calmados con su pequeño trapo. Lo agita con la mano a la vez que se balancea sentado en el suelo. Siempre le ha gustado sentarse en el suelo. A veces, cuando era pequeño, sentarlo en el sofá o en una silla era casi un castigo, se enfada y lloraba porque no quería estar sentado allí.

Hoy, puedo decir que con la terapia adecuada y con la colaboración de toda la familia (eso incluye hermanos, abuelos y familiares más allegados) es posible dar calidad de vida a nuestros chic@s y verlos felices, ver cómo se comunican, cómo disfrutan y cómo sonríen... Y eso, os hará muy feliz. Os lo aseguro.

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