Todos creemos que sabemos mejor que nadie cómo es nuestro/a hijo/a, o nuestro/a hermano/a, o nuestro familiar con autismo... y de pronto llega alguien, un/a terapeuta que ha estado con él/ella tres o cuatro sesiones y empieza a describir los rasgos de su personalidad con más definición que tú misma.
Las alarmas se activan y empiezas a preguntarte que ha pasado para que tú no hayas sabido ver todo eso ... y claro, el nerviosismo del momento nos impide ver que ellos tienen un perspectiva muy diferente de él/ella... es el punto de vista profesional, ese que le hace ver cualidades buenas, malas y menos malas de ellos, gracias a su experiencia. Por eso mismo, su ayuda y su punto de vista es inestimable para poder mejorar el día a día y progresar en su educación, en su vida personal y en su vida social.
Una de las cosas que más me llamaron la atención es la primera vez que Miguel Ángel se encontró con LuiFer, su primer terapeuta. Dicho encuentro se realizó en la Asociación de Autismo Sevilla, habían convocado una reunión informativa sobre el comienzo del curso y la terapia ambulatoria que Miguel Ángel (y otros niños/as) iban recibir, así como la presentación de los terapeutas.
Había terminado la reunión y fuimos al servicio porque Miguel pidió ir... al salir, LuisFer se presentó como el terapeuta de Miguel Ángel. Habló unos minutos con nosotras (mi madre y yo) pero sin dejar de lanzar miradas a mi hermano. A continuación, se agachó un poco para que su cara quedara en el ángulo de visión de mi hermano y le dijo llevándose la mano a la frente como saludo... "hola Miguel". Él lo miró pero volvió a desviar su mirada porque había mucha gente alrededor y Miguel siempre le ha gustado observarlo todo aunque fuera con el rabillo del ojo. LuisFer volvió a llamarle la atención poniéndose en su campo de visión, "hola Miguel ... que tal?" y empezó a sonreirle ... Miguel volvió a mirarlo pero clavando su mirada en su cara. Y LuisFer empezó a hacerle cosquillitas en el costado mientras le decía cosillas.. "te gusta jugar?... sí?.. mira que risa tan bonita tienes?... " Y Miguel reía y se encogía mientras recibía las cosquillitas... y cuando LuisFer paró, fue Miguel quién le llamó la atención tocándole el brazo y sonriendo a la vez... A este hecho, LuisFer se sorprendió porque dijo en voz alta "mira como me busca... quiere más"... Así fue como descubrimos que una de las primeras cosas que los terapeutas comprueban es el nivel de respuesta de los niños respecto al estímulo de algo que es divertido, algo que es un juego. Miguel Ángel mostró ser muy interactivo ante los juegos.
Se decidió que Miguel recibiría terapia ambulatoria en casa porque él tenía unos 22 años y la escuela ya había terminado, por lo que la prioridad en su vida era mejorar la calidad de su vida familiar... así que el objetivo era que Miguel cogiera autonomía suficiente dentro de su hogar.
Foto del Blog "Un mundo feliz en el silencio" |
Al mes de tener terapia ambulatoria en casa, mi hermano demostró gran capacidad de aprendizaje e incluso de perfeccionismo. Llegó a adelantarse a tareas programadas y LuisFer estaba encantado con él. En una ocasión comentó que a veces lo ponía a prueba porque tenía que comprobar si realmente había aprendido la tarea y su significado o bien lo hacía porque imitaba a LuisFer ya que Miguel Ángel es un gran imitador. Cuando escuchamos esas palabras entendimos gran cantidad de cosas de su vida anterior e incluso su sentido del humor porque llegó a imitar la forma de andar de algunos compañeros del colegio. Eso era... Miguel es un gran imitador, por eso su terapeuta necesitaba cerciorarse de su aprendizaje correcto.
Con toda esta historia no quiero decir que no hubiera momentos complicados durante la terapia. Los hubo y fueron muchos al principio porque lógicamente es una lucha de imposición, hacer las cosas bien o cómo mi hermano quería hacerlas, y LuisFer le enseñó con el tiempo que una tarea podía no hacerse siempre que pusiera en la agenda su aspa de "no hacer" encima de la foto. La agenda durante la terapia consistía en un par de tareas y luego un premio por hacerlo bien, normalmente era música o una película. Las tareas iban en aumento porque a medida que aumentaba su dominio sobre las tareas aprendidas, introducía otras nuevas y siempre...un premio al final.
En tres meses mi hermano era totalmente distinto y lo más importante era que lo veíamos feliz... esa era nuestra satisfacción para saber que estábamos en la ruta adecuada, la terapia ambulatoria fue un acierto. Por supuesto, Miguel sigue siendo un gran imitador, es una cualidad más de su personalidad.
Comentarios